Caxigalines nella Reguera'l Campizu

3 febbraio 2011

MARIA SCHNEIDER


Mentres soa Gato Barbieri, coa luz cálida de Storaro, non me lembro de manteiga algunha nin de supostamente irreverentes blasfemias corridas ao ar dun pó hermético nin de pubes frondosos despedidos por espellos avellentados nin de rizos húmidos sobre a porcelana dunha bañeira triste nin de imprecacións amargas mentres corren bágoas enxoitas polo xersei de lá e pescozo cisne nin deses modos violantes de lobo escuro na sombra solo, nin desas contradanzas ebrias sobre o chan dun cenador camp nin de persecucións con cuspe nos beizos e desordenados cabelos que mudan en morte.
Non lembro nada diso: só un chicle. Ese chicle que colocamos, María, para perpetuarnos inútilmente.

3 commenti:

ms ha detto...

Wikipedia:

Schneider performed numerous full-frontal nude scenes in Last Tango in Paris, which were controversial at the time. In a 2007 interview with the Daily Mail,[1] Schneider described Last Tango in Paris director Bernardo Bertolucci: "He was fat and sweaty and very manipulative, both of Marlon and myself, and would do certain things to get a reaction from me." As for her working relationship with Brando, she said that, while their relationship on the set was paternal, it was Brando who came up with the "butter scene" and it was only known to her just before filming it:

"I should have called my agent or had my lawyer come to the set because you can't force someone to do something that isn't in the script, but at the time, I didn't know that. Marlon said to me: 'Maria, don't worry, it's just a movie,' but during the scene, even though what Marlon was doing wasn't real, I was crying real tears. I felt humiliated and to be honest, I felt a little raped, both by Marlon and by Bertolucci. After the scene, Marlon didn't console me or apologise. Thankfully, there was just one take."

arume dos piñeiros ha detto...

A historia do last tango ten un perfil claramente maschio. E moi probablemente Bertolucci (como el mesmo admite agora) se comportou de modo infame con ela. Parece claro. Sobre a actitude de Brando, nada novo que non souberamos sobre el e o seu algo violento comportamento.
Ninguén se lembra do Léaud que se parodiaba nesta peli. Os ciclóns Brando-Schneider comían todo.

Así remata a noticia na Repubblica.

In un'altra intervista, invece, l'attrice dichiara di "perdonare" Bertolucci: "Ho sofferto, ma dopo quel film sono entrata nella storia del cinema". Cosa assolutamente vera: quel posto, nella storia del cinema, Maria se l'è conquistato davvero. Per sempre.

E ora il regista affranto le risponde idealmente: "La sua morte è arrivata troppo presto, prima che io potessi riabbracciarla teneramente, dirle che mi sentivo legato a lei come il primo giorno, e almeno per una volta, chiederle scusa"

ms ha detto...

La Vanguardia
Reproches sin fundamento
Quim Monzó

En principio, Bernardo Bertolucci quería que el papel de Jeanne en El último tango en París lo interpretase Dominique Sanda, pero esta se quedó embarazada y, puestos a buscar a otra actriz, decidió que fuese desconocida, o casi. Escogió a Maria Schneider por su cara aniñada, su melena de rizos y su cuerpo voluptuoso. Según Bertolucci, Schneider era “como una lolita pero más perversa”.

El último tango en París me parece una de las grandes películas del siglo XX, una historia desgarrada, una idea tristísima perfectamente estructurada. Pero los actores que la protagonizaron siempre recriminaron a Bertolucci haberles fastidiado la vida. Marlon Brando explicaba que había puesto demasiado de sí mismo en el papel y se pasó quince años sin dirigirle la palabra. Maria Schneider se quejaba de que quería ser una gran actriz y que el escándalo que provocó el filme se lo impidió. Ahora, tras su muerte, Bertolucci ha declarado que le hubiese gustado pedirle perdón antes de morir: “Su muerte ha llegado demasiado pronto, antes de que pudiese abrazarla tiernamente y pedirle perdón al menos una vez. Maria me acusó de haberle robado su juventud y sólo ahora me pregunto si no había algo de verdad en eso”.

Pues no, no hay verdad en eso. Bertolucci, a ella, no le robó la juventud, del mismo modo que no obligó a Brando a dar de sí más de lo que en principio estaba dispuesto a dar. Fue Brando quien no pudo evitar darlo: el personaje lo merecía. Y si Maria Schneider no supo aprovechar el trampolín que El último tango en París le brindaba fue porque, con franqueza, como actriz era más bien floja. En El último tango en París está sublime, porque su papel de tontita apetitosa le iba que ni pintado, y casi no necesitaba actuar. Le bastaba con estar ahí, delante de la cámara. Basta ver que, en su otra única película importante –El pasajero, de Michelangelo Antonioni, con Jack Nicholson–, quedaba definitivamente claro su relativo valor como actriz. Me fascina la gente que culpa a otros de sus carencias, sin darse cuenta de que los únicos responsables son ellos mismos.

Hace unos años, en Italia pasaban un spot protagonizado por Rocco Siffredi. Anunciaba patatas Amica Chips, jugando con la ambigüedad de la palabra patata, que en italiano es la misma que en catalán. Junto a una piscina y rodeado de chicas esculturales, Siffredi toma una patata de la bolsa y dice: “Yo he comido muchas patatas: gustosas, fragantes... No puedo vivir sin ellas. Las he probado todas: americanas, alemanas, holandesas... Pero ninguna como esta. ¡Fíate de uno que las ha probado todas! Amica Chips”. Al verlo pensé inmediatamente enMaria Schneider. Qué pena que nunca hubiese protagonizado un spot parecido, pero de mantequilla. De mantequilla Cadí, por ejemplo.

Descanse en paz.