Anímome a incorporar a este arume dos piñeiros os versos que atopo ao chou nos estantes que a miña man alcanza. Hoxe volvo a Martha Asunción Alonso e traio o seu "Nantes" (La soledad criolla, Adonais 2012) para esta mañán de panza de burro. As "plazas felices" darán nome a esta serie que hoxe comezo.
NANTES
La belleza nos iba pisando los talones,
pero éramos fuertes:
ese don de sufrir lo innecesario.
Nantes. O diciembre, que llegó justo a tiempo.
Yo le rezaba al Loira,
yo le pedí coraje de no rozar tus alas.
Dicen que aquel invierno fue el peor
del último siglo, los más ancianos
jamás habían visto
tanta nieve. Y que una mariposa
mueres si la acaricias.
Hubo también plazas felices,
tardes como un milagro de sábanas al sol,
brindis con el mar dentro.
Y la isla. Cómo voy a olvidarme de la isla,
tu cuerpo, las gaviotas,
hermosísimo error. Y el polvo azul.
Nantes, o el deshielo.
O cómo la ternura
nos acabó pisando el corazón.
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