Antón Baamonde escribiu hoxe en EL PAÍS estas palabras:
"Vigo, de hecho, es, hoy por hoy, el sitio de mayor agitación urbana de Galicia. Recorrer sus calles es tener esa experiencia de amalgama humana, confusión y velocidad que distingue a las verdaderas ciudades de aquellas otras que discurren con el tiempo más lento de la provincia. A mis ojos de hombre de la Terra Chá, más rústico y enjuto, Vigo es el lugar que contradice con mayor claridad una cierta repetida idea de lo que es ser gallego.
Para empezar, los vigueses tienen un punto macarra. Tal vez es un efecto del carácter inconexo, nervioso y posiblemente un poco frustrante de la desorganizada experiencia urbana, pero lo cierto es que he encontrado en Vigo ejemplos de una cierta chulería proletaria, o maneras de ejecutivo expeditivo, que rara vez es posible encontrar en otros puntos del país. Los vigueses tienden a una claridad que tal vez sería juzgada extravagante y hasta desconcertante unos kilómetros más al norte. Dan el efecto de que, con ellos, no hay tiempo que perder. La lentitud agraria no casa bien con la rapidez que han de tener los negocios.
Y sí, Vigo, podría ser la Barcelona del Atlántico que con mucha visión y sentido común reclamaba a comienzos del siglo XX Antón Villar Ponte. En Vigo la gente da la impresión de que se levanta todos los días con el afán de recoger unos euros antes de que lleguen al suelo. Vendiendo chatarra, haciendo coches, exportando granito o preparando congelados o gambas con gabardina los vigueses se las ingenian para enriquecerse a la mayor rapidez posible. Eso hace que Vigo tenga un cariz burgués y obrero mucho más nítido que cualquier otro lugar de Galicia."
Para empezar, los vigueses tienen un punto macarra. Tal vez es un efecto del carácter inconexo, nervioso y posiblemente un poco frustrante de la desorganizada experiencia urbana, pero lo cierto es que he encontrado en Vigo ejemplos de una cierta chulería proletaria, o maneras de ejecutivo expeditivo, que rara vez es posible encontrar en otros puntos del país. Los vigueses tienden a una claridad que tal vez sería juzgada extravagante y hasta desconcertante unos kilómetros más al norte. Dan el efecto de que, con ellos, no hay tiempo que perder. La lentitud agraria no casa bien con la rapidez que han de tener los negocios.
Y sí, Vigo, podría ser la Barcelona del Atlántico que con mucha visión y sentido común reclamaba a comienzos del siglo XX Antón Villar Ponte. En Vigo la gente da la impresión de que se levanta todos los días con el afán de recoger unos euros antes de que lleguen al suelo. Vendiendo chatarra, haciendo coches, exportando granito o preparando congelados o gambas con gabardina los vigueses se las ingenian para enriquecerse a la mayor rapidez posible. Eso hace que Vigo tenga un cariz burgués y obrero mucho más nítido que cualquier otro lugar de Galicia."
Eu, que vivo nesta cidade, comparto esa mesma impresión, que se agranda cada vez que, por motivos distintos, visito a capital ou visito Coruña. Alégrame que sexa un de Vilalba (esa terra rústica, como di Baamonde, e ao tempo de espelidos comerciantes vidos da Maragatería) o que loube así a cidade onde vivo, pero alégrame que alguén, ceibe de empréstimos políticos ou culturais, diga o que convén dicir: que a Cidade da Cultura é un dispendio insoportable, pero que o porto exterior de A Coruña, conseguido en momentos de turbulencia, do que ninguén di absolutamente nada, non é menos faraónico, sobre todo cando un sube ao fermoso monte de San Pedro, co seu xardín de estilo xaponés, e mira ao fondo as dársenas xa rematadas do porto exterior do Ferrol. Se o dixera eu, pecaría de localismo, pero como Baamonde é da Terra Chá, está todo (ben)dito.
[Foto do grande J. Albertos, da páxina web www.vigoenfotos.com, unha verdadeira xoia para unha cidade, Edificio Mülder]
2 commenti:
Algúns vigueses aseguran que Vigo é unha cidade "canalla", quixese dicir o que quixese dicir.
A min Vigo gústame, bueno gústanme máis os vigueses (e viguesas). Tódolos que coñecín son moi boa xente e anque das poucas veces que me aventurei co coche por alí recibín sonoras pitadas (a quen se lle ocorre poñer un semáforo no medio dunha "redonda"), todo o resto é bo.
Sobre as obras faraónicas, totalmente de acordo.
Ah, o único que non me gusta de Vigo é o Sireno.
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